Pablo Cotarelo – Poznan – 15/12/2008. Cada oportunidad perdida como la de este año abre una puerta más de incluir obstáculos y atajos de última hora en el esencial próximo acuerdo de Copenhague.

El proceso que condujo al Protocolo de Kioto nos enseñó que la falta de tiempo es la baza que juegan aquellos que pretenden mantener los privilegios derivados de la economía del carbono y, por lo tanto, rebajar el nivel de las reducciones a su conveniencia. Según se acerca el límite marcado (diciembre de 2009) sin acuerdos sólidos, se abren puertas para que entren en el proceso mecanismos de compensación que dilaten el cambio de economía necesario para afrontar el Cambio climático de la manera adecuada.

Los resultados de esta Cumbre son raquíticos. En Poznan no se consiguió siquiera acordar una declaración política para cerrar la Conferencia con un documento que presentar al mundo. Lo más cercano a un resultado fue la puesta en marcha del Fondo de Adaptación, cuyos ingresos dependen de los proyectos de los Mecanismos de Desarrollo Limpio. En un momento en el que dichos proyectos se encuentran en entredicho por haber creado nuevos problemas como los monocultivos en algunos puntos de Latinoamérica o el fomento de plantas de fabricación de ciertos gases agotadores de la capa de ozono, no parece la mejor solución. Por no hablar de los intentos de incluir dentro de estos mecanismos la Captura y Almacenamiento de Carbono que, promovido intensamente por Arabia Saudí, toma cada vez más cuerpo dentro de una futura negociación.

El calendario de trabajo para 2009 se presenta extenuante, con al menos cuatro reuniones. En el mes de junio se presentará el primer borrador del texto que deberá salir acordado en Copenhague en diciembre. Para entonces, desde antes de la reunión de marzo, la nueva administración de Estados Unidos habrá tenido la oportunidad de unirse al proceso del planteamiento a largo plazo. Sin embargo, si sus aportaciones de supuesto liderazgo son como las del Paquete de clima y energía de la UE presentado el último día de la Cumbre de Poznan, de nada servirá el esfuerzo.

Por otra parte, en Poznan se han hecho visibles más que nunca, aquellos y aquellas que, al igual que en el pasado, quedan excluidos de las decisiones que les afectan. Las comunidades indígenas denuncian por ejemplo que, para el nuevo mecanismo de Reducción de la Deforestación y la Degradación forestal (REDD), se vaya a compensar a quienes tradicionalmente han destruido estos espacios mientras que ellos y ellas, y sus derechos, quedan al margen. Asimismo, las peticiones por la inclusión en el proceso de la visión de la justicia de género relacionada con el Cambio climático ha sido rechazada en Poznan por la propia Secretaría de la Convención. El espíritu de multilateralidad e integración con que ha sido presentada tradicionalmente la Convención de Cambio Climático queda, con estos casos, en entredicho.

Además, y a pesar de lo que se pueda deducir de las informaciones de los medios de comunicación, la Cumbre de Poznan no ha hecho sino emitir señales altamente preocupantes sobre el futuro. Copenhage, y su acuerdo, son una gran meta, y en la ciudad polaca ha habido un frenazo en el camino hacia ella. Ahora bien, el momento en el que cualquier acuerdo era bueno pasó hace tiempo, el tiempo del Protocolo de Kioto. Es necesario un acuerdo que consiga mantener el aumento de temperatura por debajo de los 2ºC.

Las grandes declaraciones ya han sido dichas y escuchadas muchas veces. Los mayores responsables del Cambio climático, los países industrializados y sus sociedades, que crearon las condiciones causantes del problema y las exportan al resto del mundo, deben decidir que ya ha llegado el momento del cambio. Deben acordar el proceso por el cual la economía y los modos de vida se transformen: de adictas al carbono y sus injusticias, a sostenibles y justas. No puede ser pospuesto más veces.

11/12/2008

Aprender a decir NO

Pablo Cotarelo – Poznan – 11/12/2008. La lucha contra el Cambio climático implica que los causantes del problema deben ser obligados a dejar de hacerlo, algo que no se está produciendo en las negociaciones internacionales.

Un hecho indudable que está ocurriendo en torno al Cambio climático es que según se van acercando los límites de emisiones necesarios para empezar a ver algún tipo de acción real, los obstáculos al proceso se hacen más intensos. Con la palabra obstáculos nos referimos a las presiones de los grupos interesados en que el modelo socioeconómico no se modifique, pues salen ampliamente beneficiados con él. Los diversos grupos interesados se pueden incluir, de manera genérica, en dos grupos: empresas o grupos de empresas, y países que defienden los intereses de los anteriores. En multitud de casos las diferencias entre los dos grupos son inexistentes.

Algunos ejemplos de estos obstáculos son muy recientes, como la actitud de Polonia e Italia obstaculizando la negociación del Paquete europeo de energía y cambio climático en octubre, con el pretexto de la crisis económica fundamentalmente; o la profusa actividad de presión que el sector del automóvil ha desarrollado en los últimos tiempos para que la rebaja de la emisiones de CO2 por kilómetro de los coches no fuera ni mucho menos la necesaria.

Estos obstáculos no son sino la escenificación del conflicto latente entre los objetivos y medidas necesarios para paliar el Cambio climático y las estructuras económicas que modelan unas sociedades que causan el propio Cambio climático. Ambos son incompatibles, aunque hasta el momento no haya sido evidente para la mayoría de los que vivimos en los países beneficiados por el status quo. Por tanto, en adelante no deberá resultar extraño que vayan apareciendo con creciente frecuencia situaciones en las que el conflicto aflore. En la medida que las restricciones a las emisiones causantes del Cambio climático sean eficientes, las presiones por parte de los que vean peligrar sus privilegios serán mayores.

Al fin y al cabo, el Cambio climático es el síntoma de que algo importante no funciona, y para intentar arreglarlo habrá que cambiar lo que no funciona. Habrá que empezar a decir que NO a quienes hacen que esto no funcione. Si es necesario aprender a decir que NO, mejor empezar pronto.

Hay que empezar a decir que NO a quienes como, Japón, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, vuelven a poner en duda en la COP de Poznan que el rango de reducción de emisiones en los países enriquecidos para 2020 es de 25-40%, tal y como indica el IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio climático, en sus siglas en inglés).

Hay que decir que NO a todas y cada una de las formas en las que los países enriquecidos (en gran parte por los combustibles fósiles) intentan compensar las emisiones que quieren continuar produciendo. Ya sea mediante ingentes cantidades de proyectos de Mecanismos de Desarrollo Limpio, como algunos países europeos entre los que se encuentra España; o la Captura y Almacenamiento de Carbono, como en el caso de Arabia Saudí, entre otros muchos.

Debemos decir que NO a las empresas o sectores, como [el petrolero-11270], que además de haber generado el Cambio climático, pretenden perpetuar la situación de dominación que consiguen con ello.

Para que los SÍES de la sostenibilidad y la justicia florezcan finalmente hay que plantar bastantes NOES ahora, ya.

10/12/2008

Jugar en Poznan

Pablo Cotarelo – Poznan – 10/12/2008. A pesar de la escasa atención que despierta la Cumbre de Cambio Climático de Poznan, algunos de los aspectos más importantes para el futuro de la humanidad quedarán marcados cuando finalice.

Los países que se encuentran representados en la llamada COP14 de Poznan (Polonia) se vuelven a jugar el futuro de la humanidad en estos días de la segunda semana de la cumbre anual de Naciones Unidas sobre Cambio climático. Nuevamente se reúnen más de 8.000 personas de todo el mundo para negociar, ejercer de observadores o informar sobre lo que ocurra.

Para alguien que no haya leído la literatura sobre el devenir de las negociaciones internacionales sobre Cambio climático, puede resultar realmente extraño que se utilicen expresiones como “jugar el futuro de la humanidad”. Porque, ¿qué se juega finalmente en Poznan? ¿Es verdaderamente importante lo que se juega en las Cumbres del clima año tras año?

Busquemos respuestas, empezando por el final. El clima condiciona la vida de todos los habitantes del planeta. Pequeñas variaciones de temperatura implican grandes cambios en el sistema climático y en lo que depende de él, es decir, distinta cuantía y distribución de las precipitaciones, desacoplamiento en los ciclos de los ecosistemas, fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes, etc. Por tanto, se trata de un tema importante, complejo y global que se aborda internacionalmente en las Cumbres del clima o COPs (Conferencias de las Partes, en sus siglas en inglés)

Ahora pasemos a la primera cuestión. Poznan es el último paso antes de que, en Copenhague en 2009 (COP15), se decida el acuerdo que comience a funcionar a partir del 1 de enero de 2013 tras la finalización del primer periodo de cumplimiento del Protocolo de Kioto. De este texto dependerá si el aumento de temperatura excede los 2ºC en las décadas venideras. En él confluirán las visiones de los países que han tenido compromisos de reducción de emisiones hasta ahora con la visión del conjunto de países a largo plazo.

El resultado es que, en la Cumbre de Poznan, como paso necesario para el futuro acuerdo, se juega el futuro de la humanidad. Para algunos millones de personas ese futuro puede significar una oscilación entre un poco más o menos de calor o incomodidad, pero para muchas decenas de millones de personas lo que se juega son cuestiones de supervivencia real. En el 60 Aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos nadie puede olvidarlo. Que no exista más atención sobre lo que ocurre en Poznan es un interrogante cuya respuesta no se encuentra en esta fría ciudad.