En el día de ayer, la central de Trillo (Guadalajara) sufrió una parada tras registrar un aumento de la temperatura del hidrógeno de refrigeración del alternador. Se trata de un gas muy inflamable cuyo incendio ya ha provocado graves incidentes como el de Vandellós I (Tarragona) en 1989.

Según nota del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ayer 16 de noviembre la central nuclear de Trillo (Guadalajara) sufrió un incidente que provocó una parada no programada. La central tuvo que desconectarse de la red por un problema de alta temperatura del gas de refrigeración del alternador. Este gas es el hidrógeno, un gas altamente inflamable que ya ha provocado problemas serios en otras centrales. Sin ir más lejos, el peor accidente nuclear ocurrido en el estado español, el de Vandellós I – que a la postre desembocó en su cierre – tuvo su origen en la explosión del hidrógeno que refrigeraba el alternador que se averió. Y más recientemente, el 24 de agosto de 2008 fue Vandellós II (también en Tarragona) la que sufrió un incendio por la combustión del hidrógeno del alternador.

Cuando se está insistiendo en la necesidad, por parte del lobby pronuclear, de alargar la vida a las centrales, y tras la prórroga concedida en este mismo año a Almaraz y Vandellós, incidentes como este recuerdan la peligrosidad de estas centrales. Estas instalaciones son lo bastante complejas para que un incendio en una zona no nuclear, como es el alternador, se propague hasta zonas nucleares y pueda ocasionar un incidente de gravedad. La prolongación de la vida de las centrales hace que estos sistemas envejezcan y se haga más probable un accidente de consecuencias catastróficas.

Según Ecologistas en Acción, mantener el peligro que supone el funcionamiento de las centrales nucleares es un sinsentido en las actuales circunstancias del sistema eléctrico español. Para la organización ecologista, las nucleares, por su nula flexibilidad, impiden la entrada de la eólica en numerosas ocasiones – los aerogeneradores han parado una docena de veces en lo que va de año -, por lo tanto no solo son prescindibles, sino que el propio funcionamiento de la red eléctrica aconseja su cierre progresivo.