Una visión sindical de este necesario y urgente acuerdo global.

Llorenç Serrano i Giménez, Secretario de Medio Ambiente de la Confederación Sindical de CC OO. Revista El Ecologista nº 65

Hace falta un Nuevo Acuerdo Verde Global para cambiar nuestra forma de producir bienes y servicios, haciéndola más sostenible. Necesitamos nuevos empleos verdes y modificar los actuales para hacerlos compatibles con una economía baja en carbono y la preservación de los recursos y sistemas naturales. Y todo ello con una transición justa desde el punto de vista social.

Economía verde, economía sostenible, empleos verdes son palabras clave en las respuestas que, desde una perspectiva ambiental, se han dado a la actual crisis. En la medida en que estemos de acuerdo en que ésta no es sólo una crisis financiera sino también y básicamente un crisis de agotamiento del modelo, daremos mayor presencia en nuestro discurso a una visión verde para salir de ella.

Creo que los activos financieros de baja calidad no se explican sin los enormes excedentes de liquidez que el actual modelo generó, basándose en las posibilidades tecnológicas que permiten la globalización de la economía, pero sobre todo en el acceso a los recursos naturales en cantidad y precio como si se tratase de recursos ilimitados, en la externalización diferida de los costos de su uso y en el aprovechamiento de las enormes diferencias de renta –salarial y social– entre trabajadores de países de economías maduras y emergentes.

Al mismo tiempo, cada vez más autores sitúan en el aumento del precio del petróleo por encima de los 100 US$ el barril, el desencadenante de la ralentización económica que –al no poder mantener las expectativas de constante crecimiento– llevó a la crisis financiera. De la comprensión del origen de esta crisis deben surgir las recetas para superarla. Las inercias son muy fuertes, y los intereses creados también, tanto como para que, aunque el mismo G-20 declare en Pittsburg que deben darse respuestas comunes a la crisis del empleo y la ambiental, hasta la fecha no se estén afrontando las causas profundas que nos llevaron hasta aquí.

Nuevo Acuerdo Verde Global

Cuando el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, lanza en su Informe de Política la idea del Nuevo Acuerdo Verde Global, lo hace con carácter previo a la Cumbre de Copenhague y antes de que el G-20 se reúna para hacer frente a la crisis. Es el Secretario General de Naciones Unidas quien encabeza el discurso sobre el New Green Deal. Idea que desde Comisiones Obreras compartimos, a pesar del poco éxito cosechado hasta la fecha.

En primer lugar, el nombre no es gratuito. La llamada al New Deal nos remite a la salida keynesiana de la Gran Depresión, es decir a una gran acción pública de estímulo de la economía, basada no sólo en inversión en infraestructuras sino en un importante desarrollo de lo que denominamos estado de bienestar. New Deal conlleva en sí mismo el desarrollo de políticas de derechos de ciudadanía y la mejora de las condiciones de trabajo de la gente trabajadora como forma de configurar una amplia demanda de bienes y servicios.

Entre las respuestas dadas a la crisis, incluso los gobiernos más conservadores han adoptado medidas de estímulo fiscal –apoyo al consumo e inversión en infraestructuras–. Las reducciones de impuestos –clásica respuesta neocon para las crisis precedentes desde los 70– no han sido relevantes. Por tanto, es el contenido de derechos sociales lo que da un carácter más o menos progresista a esas medidas y la evidente remisión al New Deal original indica que la respuesta debe incorporar esta dimensión.

Pero claro, una respuesta keynesiana clásica no responde a las causas de esta crisis ni a los retos que hoy enfrentamos –conviene recordar también que la internacionalización de la economía actual, no tiene nada que ver con la de los 30–. Por tanto, debemos saber a qué aplicamos ese esfuerzo fiscal. El adjetivo verde que incluye la propuesta incorpora la visión adecuada. Debemos cambiar sustancialmente nuestra forma de producir bienes y servicios, so pena de recaer en una crisis mayor y más grave en el futuro si ahora nos limitamos a reforzar artificialmente el modelo que nos ha traído hasta aquí.

Que una organización tan poco alternativa como Naciones Unidas defienda esta senda para salir de la crisis viene dado por la comprensión del riesgo que supone el calentamiento global –y por tanto de la imperiosa necesidad de dirigirnos, ya, hacia una economía baja en carbono– así cómo por la poderosa propuesta de desarrollo limpio que bosqueja el informe “Empleos Verdes: hacia un trabajo decente en un mundo sostenible”. Que los gobiernos, con el mismo grado de información que Naciones Unidas no actúen en la dirección sugerida debe achacarse a las dificultades que tienen para sustraerse de la maraña de intereses, unos legítimos, muchos no, que les lleva a aceptar el diagnóstico pero no las elementales consecuencias de éste.

Con el Green New Deal se pretende reactivar la economía mundial mediante la creación de nuevos empleos verdes, la preservación –enverdeciéndolos– de los existentes y proteger a los y las más vulnerables. Hacerlo mediante el desarrollo sostenible y alcanzando los Objetivos del Milenio –fundamentalmente acabar con la pobreza extrema– y –en último término, pero no menos importante– avanzar hasta una economía baja en carbono, al tiempo que se preservan los recursos y sistemas naturales.

Después de Copenhague y cuando algunos gobiernos ya están planteándose la fecha adecuada para retirar las políticas de estímulo fiscal, podría decirse que los objetivos de la propuesta de Green New Deal no se han tomado en consideración. Quizá el término de Green New Deal –referencia explícita a Roosvelt– no hubiese surgido de no ser por el gran caudal de ilusión y expectativa que despertó en todo el mundo el cambio de presidencia en Estados Unidos. El evidente desgaste de esta expectativa quizá conlleve que la etiqueta Green New Deal, dotada de tanta de fuerza comunicadora, caiga en desuso. Sin embargo, pese a las dificultades, los objetivos seguirán vigentes. Los problemas estructurales del presente modo de producción se agudizarán y la agenda del Green New Deal recuperará o mantendrá su vigencia con éste u otro nombre.

Es evidente que buena parte del diagnostico ha sido asumido en los discursos y que una parte de las inversiones se han dirigido hacia planes verdes, fundamentalmente de desarrollo de fuentes de energía renovables. En el futuro, deberán afrontarse los retos para mitigar y adaptarnos al calentamiento global –todo parece indicar que en el próximo informe la comunidad científica demandará mayores esfuerzos–. En Copenhague, los grandes emisores han ganado tiempo, pero a la vez se están dotando de instrumentos para llevar a término una reducción de emisiones en el futuro. Los retos siguen ahí, y deberemos afrontarlos más pronto que tarde.

Transición justa

En el sindicalismo internacional perseguimos que las políticas para el inevitable cambio de modelo no se hagan a costa de los trabajadores. Cualquier cambio genera vulnerabilidad, la gente trabajadora puede quedar expuesta a consecuencias negativas. Por eso los sindicatos hemos puesto en pie el concepto de transición justa.

La transición justa no es sólo protección ante la reconversión productiva. Por supuesto estamos hablado de protección social, pero también de beneficiarnos de las oportunidades, de generar nuevos empleos verdes, sostenibles y de calidad, de enverdecer los actuales sin renunciar, de antemano, a ningún sector de actividad económica. Debe ser el conjunto de nuestras sociedades quien se beneficie de la apuesta por el conocimiento que debemos hacer, los trabajadores y trabajadoras debemos tener la oportunidad de adquirir las nuevas capacidades necesarias para mantener nuestras expectativas.

Esta transición justa es para nosotros la bisagra que une la agenda de lucha contra el cambio climático y preservación de la naturaleza con los objetivos sindicales de siempre. El Green New Deal es otro concepto orientado a los mismos objetivos con una gran fuerza que remite a una experiencia social y económicamente exitosa. Es un concepto que permite elaborar amplias alianzas por el cambio productivo y la transformación social, que identifica el cambio hacia la sostenibilidad con mejor empleo y más derechos de ciudadanía. Por ello auguro que, pese a las dificultades, esta propuesta perdurará y servirá de guía para las políticas inaplazables de deberán llevarse a término.