Coincidiendo con las fechas navideñas, Ecologistas en Acción ha salido a la calle para denunciar que el consumo, el crecimiento no es la vía para salir de la crisis, sino que hacen falta paradigmas nuevos.

Para transmitir esa idea se ha simulado el fallecimiento de una persona aplastada por cajas de regalos.

ABRE LOS OJOS: MÁS CONSUMO NO NOS SACARÁ DE LA CRISIS

No cabe ninguna duda de que vivimos una aguda crisis económica. Tampoco está en cuestión que nos encontramos en una profunda crisis ambiental.

“Ecologismo o crisis”; ésta no es una crisis que podamos resolver como las del pasado ni con miradas parciales. Estamos en un momento histórico radicalmente distinto a todos los precedentes. Ya es físicamente insoslayable trascender el sistema de producción y consumo capitalista. Necesitamos resolver de una vez todo el problema: conseguir justicia social garantizando, al menos, la satisfacción universal de las necesidades humanas mediante un nuevo sistema económico que no explote el planeta sino que esté en paz con él.

Con esta reivindicación se pretende explicar que cada producto que compramos tiene su historia, su cadena de producción, sus efectos asociados y que su compra conlleva una serie de consecuencias sociales y ambientales en función de dónde y cómo haya sido producido y las condiciones de trabajo de las personas que los han fabricado, y que, de alguna manera, somos co-responsables de esas situaciones cuando elegimos comprar un producto y no otro (o ninguno). Estas consecuencias las hemos representado con una serie de “cajas” que están asociadas a cada una de nuestras compras, aunque normalmente no nos demos cuenta.

Esta economía ecológica y solidaria no hay que inventarla pues ya está en funcionamiento:
- Es la que comprende que el transporte público, el reciclaje, las energías renovables, la agricultura y ganadería ecológica, la reconversión industrial verde, la conservación de la biodiversidad… necesitan más personas trabajando que la industria del automóvil, las incineradoras y vertederos, las energías sucias, el agronegocio, la industria contaminante, la deforestación…
- Es la que pone en contacto directo a quienes producen en agroecológico o pescan artesanalmente, y quienes quieren consumir a un precio justo para ambas partes de la cadena. Todo ello mediante un comercio de cercanía.
- Es la que sabe que apostar por la perdurabilidad es lo único que tiene sentido en un planeta exhausto: “reusar y reparar” frente a “usar y tirar”.
- Es la que realiza una producción limpia, eliminando las sustancias tóxicas que dañan la salud y los ecosistemas.
- Es la que considera los derechos sociales como irrenunciables, y apuesta por una educación y una sanidad públicas, universales y de calidad, por una cultura rica, creativa y plural al servicio del crecimiento espiritual de las personas, o por un acceso para todas las personas a una vivienda.
- Es la que se articula con monedas sociales que permiten el comercio a millones de personas en todo el mundo sin generar deudas que obliguen a crecer continuamente.
- Es la que reparte el trabajo socialmente necesario (también el de cuidados) mediante medidas como la reducción de las jornadas laborales.
- Es la que crea instituciones financieras que solo prestan si hay criterios ambientales y sociales.
- Es la que apuesta por la gestión colectiva y democrática de los sectores más importantes de la economía: energía (limpia), finanzas (éticas), agua (pública), tierra (comunal)…
- Es la que entiende que la democracia también debe ser en la economía, y funciona articulando cooperativas donde las decisiones se toman horizontalmente a base de consensos.
- Es la que pone los recursos colectivos al servicio de la reconversión socioambiental, no de los banqueros.
- Es la que antepone el interés social y colectivo a la propiedad privada, es decir, la legitimidad a la legalidad.
- Es la que entiende que hay que repartir la riqueza gravando más a quien más tiene e imponiendo rentas básicas y rentas máximas.
- En definitiva, es la que prima “calidad” frente a “cantidad”, “compartir” frente a “competir”, “ser” frente a “poseer”. En último término, es la que fomenta la “felicidad” y no la “avaricia”. Es decir, la que ya existe en todos esos momentos de nuestra vida en los que no buscamos nuestro máximo beneficio, sino la satisfacción de las necesidades colectivas.

Un modelo que no nos sirve

Al igual que el sobreconsumo basado en un endeudamiento sistémico termina siempre generando crisis financieras, esta crisis presenta un factor adicional: el sobreconsumo se ha basado, además de en el endeudamiento monetario, en un endeudamiento con el planeta, que irremisiblemente nos pasará una factura mucho más alta que la monetaria.

Es por ello que debemos replantearnos si esta es la forma de salir de la crisis, una crisis que va más allá de lo monetario. Tenemos todas las certezas de que el olvido interesado de los límites (los recursos naturales finitos o la capacidad del aire, el agua y la tierra para ser contaminados) y la obsesión ideológica por el crecimiento económico constante, no han posibilitado una sociedad más satisfecha consigo misma, sino más bien todo lo contrario: la sociedad que ha dispuesto de los recursos más abundantes y de las tecnologías más avanzadas se encuentra aprisionada, en una espiral consumista que nos hace infelices, competitivos e individualistas, y pone en grave riesgo la subsistencia del entorno del que dependemos. Frente a este escenario, ¿qué hacemos? ¿seguimos consumiendo?

Construyendo alternativas

Cada día son más numerosas las iniciativas colectivas que a escala global pretenden denunciar los excesos y defectos de este modelo de consumo, promoviendo la reflexión crítica, denunciando los impactos, construyendo alternativas y articulando iniciativas para un consumo consciente, crítico y responsable.

1. Infórmate de lo que compras. Sabemos poco sobre los productos que compramos y consumimos. Cuanto más local es nuestro consumo, más posibilidades de obtener información sobre el producto tenemos.

2. Defiende los derechos del consumidor. Podemos pedir que se cumplan las normas relativas a la transparencia informativa (sobre el producto en la publicidad, en el establecimiento y en el propio producto) o ante un abuso (engañoso etiquetado, cobros indebidos, letra pequeña abusiva).

3. Reduce para vivir mejor. De las famosas 3 erres (Reducir, Reutilizar, Reciclar) la que más se difunde es Reciclar y, sin embargo, es mucho menos importante que Reducir. Nuestro modelo de consumo despilfarrador se basa en la producción constante de nuevas “necesidades”, por ello la reducción del consumo es imprescindible para ir hacia una sociedad más sostenible.

4. Elige productos y servicios locales. Los productos locales evitan gastos innecesarios de transporte y, por lo tanto, sus impactos ambientales (emisión de contaminantes al aire, construcción de infraestructuras de transporte, despilfarro energético, etc.). Además generan empleo de mayor calidad y los circuitos cortos fomentan una mayor distribución de la riqueza.

5. Elige productos ecológicos. La producción ecológica intenta no impactar de forma negativa en el entorno durante todo el ciclo de vida del producto, desde su fabricación hasta su eliminación. Así, ni su uso ni su eliminación tendrán impactos en el medioambiente o en la población.

6. Elige productos que disminuyan la injusta distribución de la riqueza. Los productos que se elaboran en condiciones laborales precarias fomentan una distribución injusta de la riqueza, sin embargo, hay producción y servicios con sueldos dignos, basados en la cooperación y el reparto horizontal de las tareas.

7. Cambia tus hábitos de consumo. La elección del tipo de comercio en el que compramos es clave. El pequeño comercio de barrio genera mayor riqueza social y mejor distribuida que los supermercados e hipermercados, y así reducimos los impactos negativos de los grupos multinacionales y del modelo de venta en grandes superficies.

8. Presiona a instituciones y empresas insostenibles. Nuestro modelo de consumo social y ambientalmente insostenible depende de las normativas neoliberales que rigen los mercados y los procesos de globalización. Denunciemos estas normativas, el papel que hacen las grandes instituciones multilaterales y boicoteemos los productos de una empresa cuando se lo merezca.

9. Colabora en proyectos de consumo crítico y responsable. Hay muchos proyectos de consumo crítico y responsable funcionando. Participar en ellos permite el cambio hacia otro modelo de consumo a la vez que tus propios hábitos de consumo son algo más críticos y sostenibles.

10. Construye alternativas de consumo. Si en tu localidad faltan estos proyectos de consumo crítico y responsable, es necesario dar un paso más y ponerlos en macha. Es importante que los proyectos se adapten a la realidad social de tu localidad y que generen un espacio de confluencia social.

Si quieres conocer alternativas colectivas y transformadoras en alimentación, textil, finanzas, vivienda, hogar, etc. puedes consultar el siguiente enlace de Ingenios de Producción Colectiva: www.ecologistasenaccion.org/IPC.

CONSUME LOCAL
CONSUME ECOLOGICO
CONSUME REUTILIZANDO
CONSUME LO NECESARIO

Más información en:
https://www.ecologistasenaccion.org/consumo
http://www.consumaresponsabilidad.com
http://www.consumehastamorir.org/