Ecologistas en Acción quiere recordar el 24 aniversario del accidente de Vandellós I (Tarragona), el más grave de una central nuclear española, generado además por la dejadez de los propietarios de la central y del CSN. En aquella ocasión se rozó la tragedia y la fortuna y los bomberos la evitaron. En la actualidad la central sigue entrañando riesgos, como han mostrado los temblores de tierra generados por el proyecto Castor.

A las 21:40 del 19 de octubre de 1989, hace ahora 24 años, se produjo un incendio en el alternador del Grupo 1 de la central, que se propagó hasta el reactor. El incendio dejó inactivos 2 de los 4 turbosoplantes que refrigeraban el núcleo de la central y los dos que continuaron funcionando estuvieron a punto de fallar también. La contención del reactor se inundó con agua del mar que se contaminó. El caso fue especialmente grave porque el accidente se produjo porque no se repararon los sistemas que el CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) había exigido.

En efecto, ya en 1986 el CSN había exigido la instalación de un sistema de protección contra incendios, el aislamiento de los turbosoplantes de los sistemas eléctricos y la instalación de un sistema de refrigeración de emergencia, sin que Hifrensa, propietaria de la central, hiciera caso alguno y sin que las autoridades tomaran cartas en el asunto y la sancionaran. De hecho, en las centrales francesas similares a la de Vandellós se instaló un quinto turbosoplante de emergencia para evitar la paralización total del sistema de refrigeración en caso de avería, lo que habría provocado el incendio de todo el grafito contenido en el reactor. En los meses previos al accidente se produjeron hasta un total de 13 incidencias que obligaron a paralizar la producción momentáneamente, sin que esto motivara que ni Hifrensa, ni el CSN, ni el Ministerio de Industria hicieran nada. Durante el accidente la actitud de los operadores de la central dejó mucho que desear y fueron clave los bomberos civiles para apagar el incendio y atajar el accidente. Nada funcionó bien, ni siquiera las comunicaciones entre la central y la sala SALEM del CSN.

A 24 años del incendio, la central de Vandellós I sigue en periodo de desmantelamiento, con los restos de su reactor encerrados en un cajón de hormigón, hasta que los valores de la radiactividad decaigan a niveles que permitan a los operarios terminar las tareas sin irradiarse en exceso. En su interior, el cajón de Vandellós I contiene, entre otros elementos, unas 1.500 toneladas de grafito radiactivo cuyo destino aún no está decidido, porque no puede almacenarse en el almacén de El Cabril (Córdoba). En estas condiciones, la central supone todavía un peligro, puesto que está sometida a todos los avatares que se produzcan en torno a ella. Sin ir más lejos, los terremotos provocados por el proyecto Castor de inyección de gas llegaron a detectarse en Vandellós e introdujeron un plus de inseguridad en la central. De hecho, el viernes día 4 de octubre, el día siguiente de que se produjera el terremoto mayor, el CSN realizó un simulacro y puso a todos sus inspectores en estado de alerta.

Ecologistas en Acción quiere denunciar la situación de Vandellós I así como el hecho de que los riesgos para las personas y el medio ambiente se dejan siempre en segundo lugar a la hora de tomar decisiones sobre actividades relacionadas con la energía. Además, se evalúa el impacto de cada instalación por separado sin tener en cuenta las interacciones que puedan darse entre unas y otras.

Para evitar daños duraderos en el territorio, como el de Vandellós I, hay que prescindir de actividades contaminantes, como la energía nuclear. Sin embargo, no se ha aprendido la lección y se sigue apostando por estas actividades lesivas y de riesgo como las nucleares, el Proyecto Castor o la extracción de hidrocarburos por medio de la fractura hidráulica (fracking en inglés).