Emisiones en España, por sectores.

José Donoso. Revista El Ecologista nº 86.

¿Cuánto se emite?

El Protocolo de Kioto y las directivas comunitarias que limitan las emisiones de los gases de efecto invernadero obligaban al nuestro a no superar dichas emisiones anuales más de un 15% sobre el año base de 1990. Sin embargo, a partir de 1993 el incremento de las emisiones de GEI en España fue constante, duplicándose en el año 2000 la tasa prevista con un 31% de crecimiento sobre el año base. Solo la crisis económica consiguió hacer revertir esta tendencia, con un descenso anual de las emisiones en torno al 10%.

Dentro de los sectores económicos responsables de la generación de estos GEI, el sector mayoritario es el energético, que es responsable de las tres cuartas partes de los gases producidos. Es precisamente la reducción de la demanda de energía producida por la crisis, unida al incremento en la utilización de las energías renovables el que ha provocado este descenso en las emisiones, en un porcentaje cercano al 90%.

En el sector eléctrico es donde resulta más palpable esta disminución por los factores indicados. Así en 2014, las emisiones totales de este sector fueron de 4.162.003 toneladas de CO2, un 33,6% inferior a las 5.562.436 t de 2013.

¿Qué evolución pueden tener estas emisiones?

A pesar de que aparentemente España estaría en la senda de cumplir el objetivo marcado hay elementos para la preocupación. Por un lado no podemos olvidar que una de las razones principales de esta reducción de las emisiones no se debe a un cambio en el modelo productivo o en los usos de la energía sino a la crisis económica, por lo cual un repunte del crecimiento conllevaría un aumento de las emisiones. Por otro lado, la introducción de nueva potencia renovable prácticamente se ha paralizado en los últimos cuatro años. El único factor positivo es la aparición de tecnologías cada vez más eficientes energéticamente.

Para garantizar la reducción de las emisiones de CO2 sería necesaria una auténtica política de transición del modelo energético y convertirlas en una política de Estado. En este sentido, de la actual legislatura no podemos decir que hayan sido cuatro años perdidos, sino que se ha avanzado en la dirección opuesta a la deseable.

Las actuaciones en materia energética se han limitado a intentar resolver el problema del déficit de tarifa cargando el ajuste exclusivamente sobre las energías renovables. La imagen de inseguridad jurídica que estos ajustes retroactivos han generado está (y seguirá haciéndolo en el futuro) afectando negativamente a las energías renovables.

La política de eficiencia energética ha brillado por su ausencia, no se han traspuestos todas las medidas para cumplir con la Directiva Europea de Eficiencia energética. Pero, donde más se aprecia la falta de visión de futuro del Gobierno y su posicionamiento ideológico es en el tratamiento que han dado al autoconsumo, aunque aún está por concretar porque se está debatiendo ahora el decreto que lo regula.

Alternativas

El autoconsumo, el balance neto (la posibilidad de intercambiar los excedentes con la red), la generación distribuida, las redes inteligentes y las ciudades inteligentes son una senda de transformación que sitúa a los ciudadanos en el centro del proceso de decisión, cuestionando el modelo existente.

La posición del ministerio de Industria es oponerse a ello con una regulación que supone una auténtica barrera económica para la puesta en práctica del autoconsumo en nuestro país. Establece un impuesto al sol que supone un atentado a la libertad económica de los ciudadanos.