El delegado del gobierno andaluz, Antonio Sanz, ha anunciado la inversión de 258 mil euros en la regeneración de las playas de Granada, acometiendo obras donde hay más problemas del total de los 9 municipios de la Costa Tropical, respondiendo a la petición que hacen municipios y hoteleros.

En los últimos diez años se han “tirado” diez millones de euros al mar, en unas actuaciones que se sabe de antemano no sirven para nada y sólo tapan temporalmente un problema para que con dinero público unos cuantos hagan su agosto.

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Playa que se quiere «regenerar» a pesar de la «privatización» de la zona de servidumbre de tránsito

La obligación de los gestores públicos debe someter su actividad “a los principios de legalidad, eficiencia, economía, transparencia, así como a la sostenibilidad ambiental y la igualdad de género” (Art.9 de la Ley Orgánica 2/1982, de 12 de mayo, del Tribunal de Cuentas).

Obviamente, tirar cientos de miles de euros año tras año en el mismo lugar para no obtener ningún resultado, ni es eficiente, ni económico, ni sostenible ambientalmente.

Por ello, esta misma Ley contempla que cuando el Tribunal de Cuentas detecta que se ha hecho un mal uso de los fondos públicos (que no tiene por qué ser constitutivo de malversación ni de ningún otro delito), debe determinar la responsabilidad contable en que incurre el gestor público que los ha despilfarrado, para hacer efectiva la obligación de reparar e indemnizar que imponen los arts. 38. LO 2/1982, de 12 de mayo, del TCU, y 49 de la Ley 7/1988, de 5 de abril, de Funcionamiento del TCU, a quien por acción u omisión originara el menoscabo de caudales o efectos públicos.

En consecuencia, el funcionario o autoridad que despilfarra los fondos públicos cuya gestión diligente tiene confiada no debería irse «de rositas».

Vaya esto por delante porque, caso de despilfarrar una nueva millonada de dinero público en llevar tierra de un lugar a otro para satisfacer intereses privados, presentaremos denuncia ante la Fiscalía del Tribunal de Cuentas por despilfarro continuado y consciente (ya que se sabe de la inutilidad de estas actuaciones) contra los responsables de la decisión adoptada.

La gente siempre ha ido a la playa. La que tenía mejor arena estaba llena y las de pedruscos estaban vacías. No hay que pretender cambiar la naturaleza y traer la arena a donde les interesa a los comerciantes.

Deberemos aprender a adaptarnos a las circunstancias cambiantes de nuestras costas (en las que hemos tenido mucho que ver) y acudir allí donde nos guste la playa y abandonar los lugares menos apropiados.

Es la ley de la naturaleza y no la vamos a cambiar por muchos millones de euros que despilfarremos.

La ciudadanía está ya harta de la mala gestión del dinero público.