Ecologistas en Acción considera prioritario remodelar las calzadas que, actuando como verdaderas autopistas en el interior de nuestra ciudad, dividen y aíslan el territorio e impiden avanzar hacia un entorno urbano con mayor calidad de vida y menos impactos ambientales. En el comienzo de la Semana Europea de la Movilidad 2016, la organización enumera algunos de los principios básicos que deberían regir las políticas de movilidad y urbanismo para adaptarse a los retos presentes y futuros. Y exige que se ejecute el compromiso del ayuntamiento de mayo de 2008, 8 años han pasado, de incorporar carril bus, carril bici y varios pasos de peatones a la Avenida de Denia.

Las políticas que durante más de 50 años se han aplicado en el área metropolitana de Alicante y comarca en materia de transporte y urbanismo han dado lugar al modelo urbano actual. Un patrón que ha ordenado el territorio en función de las lógicas mercantiles y financieras que el modelo de producción y consumo iba requiriendo en cada momento. Uno de sus aspectos más visibles ha sido la introducción masiva del automóvil y el rediseño urbano que se ha llevado a cabo para darle cabida, permitiendo el aumento constante del número de automóviles que circulan por nuestras calles.

De aquellos ensanchamientos de calles y de la eliminación de sus correspondientes “obstáculos» (tranvías, bulevares, árboles, viviendas) vienen estas autopistas urbanas que podemos encontrar en Alicante. Estas vías suponen una auténtica barrera metropolitana que fractura y divide barrios enteros: el elevado número de coches que las recorren y la alta velocidad permitida hacen que resulten muy difíciles de atravesar –en determinados tramos resulta prácticamente imposible– e impiden la conexión y permeabilidad entre ambos lados. Un caso flagrante de estas políticas es la Avenida de Denia, remodelada en 2008 y a día de hoy, en 2016, pendiente de solucionar el tránsito peatonal, ciclista y de carril bus, y que aisla los barrios de La Goteta y Vistahermosa del resto de la ciudad. Pero podemos citar más casos: todo el frente litoral está fracturado del resto de la ciudad (Av. Elche, Av. Loring, Explanada, Postiguet, Av. Villajoyosa, Albufereta), la Avenida de la Universidad divide Rabasa y Tombola, o la autovia de salida hacia Madrid que aisla San Gabriel del barrio de Babel.

La existencia de estas vías incrementa los problemas de salud de las personas que residen cerca por los elevados niveles de ruido y contaminación del aire, en Alicante el 31,2% de la población (antes de la crisis de 2008 era el 50%) [1]. Asimismo, al ser el canal de entrada para miles de coches a la ciudad, la colapsan.

Aplicando medidas en las que parte del espacio urbano conquistado por el automóvil (hoy en día ocupa cerca del 70%) [2] se devuelva a las personas, a las bicicletas y a los autobuses, podremos hacer de Alicante un lugar más habitable y preparado para los retos en los que estamos inmersos. El primero de ellos, el cambio climático: si no se reducen las emisiones provocadas por los automóviles, no podremos evitar que la temperatura media global se incremente por encima de los 1,5 ºC.

Por otro lado, el agotamiento del petróleo, en ciernes desde 2006, origina que la economía basada en el aumento constante del consumo de petróleo y la progresiva expansión de las ciudades impulsada por coches que se desplazan desde distancias cada vez mayores ya no resulte viable a medio plazo. En definitiva, sobran razones para trabajar porque nuestra ciudad sea menos dependiente del automóvil. Esto pasa, entre otras cuestiones, por eliminar estas autopistas urbanas, vestigio de unas políticas de movilidad y urbanismo sin futuro.